Ganador de la categoría Salud y Asistencia Social

Tenía diez años de edad cuando su madre murió. La recuerda como una mujer luchadora que, sin saber leer y escribir, sacó adelante a seis hijos. De ella heredó el espíritu de servicio que lo motivó a estudiar Medicina. Hoy, a sus 58, es conocido en Santa Rosa como el “doctor de los pobres”. Los lugareños lo buscan porque, además de curarlos, los escucha y aconseja. Y es que está convencido de que los seres humanos somatizan los dolores del alma.

Juan de Dios reparte su tiempo entre la clínica de APROFAM de Barberena y el Centro de Salud de Cuilapa. Realiza visitas domiciliares, fuera de sus horarios laborales y sin costo, cuando algún vecino requiere asistencia. Una noche despertó a sus hijos para que lo acompañaran a la capital en busca del fármaco que necesitaba para estabilizar a un paciente.

Además de trabajar, Juan de Dios se actualiza permanentemente y estudia las propiedades de las plantas y del propóleo, esa sustancia cérea a la que suele llamar “la farmacia de las abejas”. Ello le permite ofrecer a sus pacientes una alternativa cuando carecen de dinero para comprar medicamentos tradicionales. “El mundo es un préstamo. Aspiro a dejarlo mejor y volver al Padre con una sonrisa”, dice.